sábado, 21 de abril de 2012

EL MOMENTO QUE LA HISTORIA CAMBIÓ
Por Masaaki Hatsumi
Publicado por Seigan Ediciones
www.seigancreativo.com
En los últimos años del Shogunato en que se vio inmerso
Japón, poco antes de la época Meiji, sucedieron no pocos
asesinatos cuya pieza clave para el éxito fue el factor sexual.
Cabe destacar al comandante Serizawa Kamo quien fue
asesinado por su debilidad con las mujeres. Se dice que su
amante Oume y él estuvieron bebiendo y divirtiéndose en la
habitación hasta que el cansancio le dejó dormido. A una señal
de ella, los camaradas de Kamo entraron violentamente en la
habitacion. Oume le degolló lentamente sin dejarle mas que
una delgada capa de piel detrás del cuello que sujetaba la cabeza
colgando y acto seguido, los hombres que habían entrado en la
sala, le amputaron los brazos por los hombros dejando a su
comandante en un mar de sangre.
Un famoso maestro del sable, el gran Ito, fundador de
la escuela «ittoryu». También era conocido por su afición a las
mujeres y el alcohol. Dicen que seducido por una hermosa mujer,
se dejó llevar hasta la cama que ésta le ofrecía. Levantó el
mosquitero que rodeaba el lecho y se metió dentro con ella...
Una vez dormido, la mujer que formaba parte de un plan para
asesinar a Ito, levantaba poco a poco el mosquitero a modo de
señal para sus cómplices. La noche tenía luna llena y tras los
destellos de luz que se reflejaban en los ligeros movimientos de
la fina seda del mosquitero, Ito abrió ligeramente los ojos. Una
sensación de mal augurio le invadió de inmediato. Sintió los
deseos asesinos de la amante y sin dudarlo se dejó caer rodando
hacia la sombra que ofrecía la luna en la triste estancia. Sus
manos desesperadas intentaban alcanzar su espada, pero la mujer
más astuta que él la había escondido previamente.
Desesperadamente miró a su alrededor y para su fortuna tuvo
tiempo de ver cómo el enemigo se le lanzaba con la espada en
alto. Un rápido movimiento le salvó la vida por instantes. De
nuevo de pie, se miró y se sintió ridículo. Desnudo y desarmado,
era más vulnerable que nunca frente a su enemigo que le
esperaba en las sombras del mismo cuarto. Allí no había ni dios
ni nadie que por él luchara. De inmediato el enemigo se lanza
desde el rincón en un ataque rapidísimo con la espada por encima
de su cabeza. En un acto reflejo, Ito esquiva el corte mortal y
siguiendo la trayectoria inicial del arma, la sujeta y empuja de
arriba a abajo y hacia dentro, cortando al enemigo que cae muerto
a sus pies.
Haciendo una pausa en el relato, recuerdo que un conocido
del maestro Takamatsu, a la vuelta de acostumbrado baño en el
local público encontró a un amigo que casualmente pasaba por
allí. El amigo se le acercó y le propuso ir a tomar juntos un
trago. Después de un buen baño de agua caliente es lo que mejor
sienta. Este hombre aceptó la invitación y departiendo
alegremente se dirigían a tomar algo cuando al doblar la esquina,
¡zas! Un tipo que ambos desconocían y se hallaba esperando le
abrió el estómago de un costado al otro. El amigo que vio
aquéllo, se lanzó instintivamente contra el asesino y le propinó
un fuerte puñetazo. Cuando hizo ademán de acercarse y pedirle
explicaciones, sintió un fuerte dolor en el vientre. Para su
sorpresa, él también estaba herido, al poco rato sus tripas le
colgaban llegando a arrastrarse hasta el suelo. Mientras el
asesino ya había desaparecido. Este segundo hombre herido se
sentó en el suelo y recogiendo cuidadosamente sus vísceras las
introdujo limpias en su cavidad al mismo tiempo que pedía
auxilio. Afortunadamente alguien oyó sus gritos y pudo salvar
la vida. Recuerdo que el maestro Takamatsu decía: «si alguna
vez te vacian las tripas, mételas dentro, aprieta y no te muevas,
espera a la ambulancia y todo se arreglará» Después de oirle
este relato creo entender su convicción.

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